Hace unas pocas horas se conoció la triste noticia de que LATAM Argentina dejará de operar en nuestro país y se acogerá a un procedimiento de crisis, dejando de esta forma a mas de 1700 personas sin trabajo.
El propio grupo LATAM Airlines ya venía en problemas a causa de la actual pandemia, y la filial argentina no era la excepción. Desde el holding estudiaron varias alternativas para mantener la operativa en el país, como bajar la operación de 12 a solo 4 aviones para mantener algunos destinos, o disminuir temporalmente los salarios hasta en un 50%, esto último se aplicó sin problemas en los demás países donde opera, sin embargo en el nuestro la compañía fue intimada por el Ministro de Trabajo a pagar el 100% de los sueldos.
Pero Argentina es Argentina... tomando como excusa la pandemia, el Gobierno Nacional decidió suspender todos los vuelos comerciales hasta el mes de septiembre, dejando sin ingresos a todas las aerolíneas, salvo una que cuenta con recursos estatales permanentes. Esto terminó siendo el tiro de gracia para la filial, que decidió cesar sus operaciones al igual que lo hizo días atrás la pequeña Flyest (
ver nota). De esta forma, llegan a su fin 15 años de operación en el cabotaje local, con personal argentino y aviones LV. Llegó en el 2005 de la mano del kirchnerismo y se va de la mano del mismo partido...
La Argentina pierde de esta forma un importante operador. Es cierto que la empresa no venía bien, pues desde el año 2011 ha sufrido perdidas acumuladas de US$325 millones, pero desde el 2008 (año de la expropiación de Aerolíneas Argentinas y Austral) tuvo que comenzar a soportar la competencia desleal, pues la empresa estatal recibió en los últimos nueve años US$4.800 millones en concepto de subsidios, haciendo imposible la competencia. A esto hay que sumar el boicot que sufrió de la mano de los militantes de La Cámpora apostados en Intercargo y en la ANAC; así, debió soportar por parte de la primera las demoras deliberadas en el servicio de handling y el constante extravío de equipajes, y por la segunda la negación a la incorporación de nuevas aeronaves y rutas, la cancelación e incluso prohibición de realizar vuelos chárter, a lo que se sumó (mediante la participación del ORSNA) el
intento de desalojo de su hangar en el Aeroparque Jorge Newbery, al igual que intentaron hacerlo con algunas compañías de vuelos privados y taxi aéreo basadas allí, en la búsqueda de un Aeroparque exclusivo para AR.
Es sabido que desde la empresa de bandera son muchos los que no desean la competencia, y se excusan en la conectividad para justificar las cuantiosas pérdidas de la compañía, cuando es más que sabido que las mayores pérdidas provienen de los servicios internacionales. Así, toma relevancia la
promesa de campaña del actual Presidente Alberto Fernández: "
todo va a recomponerse con Aerolíneas y con todos lo cielos abiertos de la Argentina, que van a ser para Aerolíneas". Es más que claro que, con la restricción de vuelos hasta septiembre, buscan destruir cualquier competencia privada, anhelando así el monopolio en los vuelos de cabotaje; sin embargo, aún hay otras aerolíneas en el país: Andes que ya dejó de operar por algunas semanas en dos oportunidades antes de la pandemia debido a problemas financieros, y que posiblemente no vuelva a operar cuando esto pase, y las low cost Flybondi y JetSMART, a quienes buscan perjudicar con su intención de
cerrar su base operativa, el Aeropuerto de El Palomar, y obligarlas a operar en Ezeiza, encareciendo así notablemente su modelo de negocio. Con JetSMART ademas, tampoco la autorizan a operar desde Aeroparque, derecho que obtuvo al comprar la filial local de Norwegian. Una vez más, parece ganar fuerza la idea de un mercado con un dominador indiscutible, y con un "Aeroparque solo para Aerolíneas Argentinas", lo cual concluirá con un definitivo incremento de los pasajes y una menor cantidad de pasajeros.